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Conjuro para anticipar el futuro



CONJURO PARA
ANTICIPAR EL FUTURO

Muchos misterios rodean a los Conjuros para anticipar el futuro. Eran considerados como alta magia y esta extraña práctica se llevaba a cabo invocando a entes demoníacos para dominarlos. Comenzó a practicarse durante la Edad Media y nada menos que en el seno de la iglesia. Incluso hubo reyes, como Felipe el Hermoso, para quienes el mundo de lo oculto no tenía secretos y podían servirse del mal para su provecho.

Las fuerzas que intervienen en esta práctica tienen un poder ilimitado y la persona que las convoca debe ser más poderosa que ellas. Se necesitaba un compromiso firme con el Bien y una energía psíquica que no conociera límites. Así, los poderes del Mal se sometían al poder del mago a través de prácticas rituales y conjuros.

El Mago necesitaba una túnica gris, una varita mágica, dos velas grises con su respectivo porta velas, un frasco de cristal que pudiera cerrar herméticamente, con un tapón de metal, un crucifijo y un anillo de poder.

CONTACTO CON EL MÁS ALLÁ:

El primer paso era trazar un círculo mágico. Se realizaba con pintura negra sobre una base preferentemente de madera y con siete días de anticipación. Cumplida la semana, en el amanecer del sábado, podía realizarse el conjuro.

Entonces, el Mago se vestía con su túnica y se ubicaba frente al círculo. Se colocaba su anillo y permanecía en silencio durante unos minutos para adquirir concentración.

El círculo era el único espacio de contacto entre el mago y los entes malignos. De pie, con el rostro dirigido al Oeste, debía tomar una de las velas, encenderla y colocarla fuera de la línea trazada.

El candil encendido enfrentaba la cara del adivino durante toda la ceremonia. Esa pequeña llama lo protegería, impidiendo que corriera peligro en sus tratos con las fuerzas demoníacas.

Con el fuego de esa vela encendía la otra, que tendría que permanecer en el centro del círculo. Luego el adivino empuñaba la varita con la mano derecha y apuntaba al Oeste. Al tiempo que su anillo de poder apuntaba hacia arriba, pronunciaba este conjuro:

YO OS CONJURO, ENCARGO Y ORDENO
A TODOS VOSOTROS
THAMAOR, FALAOR, SITRAEL, MALANTHA, SITRAMA
REYES INFERNALES
PONER EN ESTE CRISTAL
UN ESPÍRITU CULTO Y EXPERTO
EN TODAS LAS ARTES DE VER EL DESTINO
EN VIRTUD DEL DIOS TETRAGRAMMATON
POR LA CRUZ DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
POR LA SANGRE DEL CORDERO DE DIOS
POR TODAS SUS VIRTUDES Y PODERES
OS ENCARGO A VOSOTROS NOBLES REYES
QUE DICHO ESPÍRITU ME ENSEÑE
MUESTRE Y DECLARE LA VERDAD
DE TODAS LAS COSAS CORPORALES Y ESPIRITUALES
DE ESTE MUNDO
CUALQUIERA QUE SEA MI PREGUNTA Y MI DESEO
QUE ASÍ SEA Y ASÍ SERÁ

ENTIDADES QUE PUEDEN AYUDAR:

Acto seguido, el Mago, tomaba una botella y hacía ingresar en ella a los espíritus del mal. Para ello, tenía que realizar tres amplios movimientos circulares con la varita mágica, introducirla en la botella y, luego, retirarla rápidamente.

Una vez cumplido este paso, la vela que quedaba en el círculo era retirada del porta velas y colocada dentro de la botella. La llama debería apuntar hacia el exterior.

A partir de ese momento, se debían aguardar las señales del mundo inferior. Si el ritual se había realizado del modo correcto y el poder del Mago había interpelado en forma adecuada a los espíritus, después de unos minutos se producirían claras respuestas de las entidades demoníacas.

La primera manifestación sería una sutil vibración en todo el ambiente, las llamas de las velas comenzarían a temblar y se incrementaría la luminosidad del aura del médium.

Era normal ver en la habitación la presencia de un humo muy tenue que tomaba forma a medida que pasaban los minutos. El punto culminante de la comparecencia del Mal podía advertirse, también, a través de extraños sonidos, como susurros o ecos lejanos.


COMO INTERPRETAR EL MENSAJE:

Las fuerzas del Mal se sentían atraídas por el fuego de la vela que estaba en la botella y allí se dirigían. El oficiante las atrapaba con su poder y podía servirse de las energías capturadas para conseguir sus propósitos.

Era necesario tener cuidado a la hora de tratarlas y evitar la soberbia. Era fundamental poner fin al ritual adivinatorio, antes de que el equilibrio de fuerzas se hiciera trizas. Permanecer unos segundos de más podría ser fatal.

El médium formulaba las preguntas en voz alta y realizaba sus peticiones. Para hallar respuestas debía tapar la botella herméticamente. El fuego de la vela, sin oxígeno, se extinguía.

Una vez que esto sucedía, de acuerdo con las formas negras dibujadas en el cristal por el humo, interpretaba el vaticinio. Los colores mas oscuros simbolizaban respuestas negativas, las manchas mas claras, positivas.

No obstante, dependía de la sensibilidad del oficiante el saber interpretar adecuadamente los dibujos. Con la práctica reiterada se aclaraban las primeras dudas.

CONJURO DE CIERRE:

Antes de concluir, se retiraban del círculo todos los elementos y el médium se quitaba el anillo. Apagaba la vela de protección y borraba el círculo por completo. Enseguida debía elegir un lugar donde podía encender una fogata. Allí ardían todos los elementos (la varita, el anillo, la botella tapada con la vela en su interior, la otra vela y la túnica). Luego concluía con este conjuro:

SOY AMO Y DOMINADOR
DE LOS DEMONIOS QUE HE INVOCADO
Y AHORA OS ORDENO Y MANDO
QUE VOLVAIS AL LUGAR
DEL QUE HABEIS SALIDO
¡OBEDECED!
CON MI MAGIA OS DOMINO
Y OS TENGO EN MI PODER
QUE ASI SEA Y ASÍ SERÁ

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